sábado, octubre 04, 2008

Si el mensajero no está bien, el mensaje llegará distorsionado

Hoy recibí invitación para asistir a un foro más de periodistas. La semana antepasada fue para discutir la federalización de los delitos contra periodistas, la anterior fue para articular la defensa del gremio ante tanto "periodicidio", esta próxima será para recibir capacitación sobre cómo defendernos al cubrir situaciones peligrosas.
Ninguna, nunca, versará en cómo defendernos ante las violaciones laborales. La necesidad más básica, urgente, generalizada y primaria de todas.
¿Por qué esa renuencia a considerar que las violaciones a los derechos laborales de los periodistas son violaciones a la libertad de expresión, como bien lo señala la Federación Internacional de Prensa (FIP)?
Ahora que las organizaciones internacionales están preocupadas por la situación de los periodistas mexicanos, ¿por qué no aprovechan para incluir en su agenda el tema del mejoramiento de las condiciones en las que realizamos la profesión?
Ahora que hay tanta efervesencia de los movimientos ciudadanos (a los que se unieron políticos y líderes de opinión) en defensa al derecho a la información, ¿por qué no vigilamos también las condiciones de trabajo en la que desarrollan su trabajo los periodistas? Ahora que se proponer la creación de un observatorio que vigile los contenidos que difunden los medios de comunicación, ¿por qué no vigilamos también que los trabajadores de la prensa tengan unas condiciones decentes de trabajo para desarrollar bien su labor?
¿Por qué las fundaciones, organizaciones y ONG dedicados al mejoramiento de la prensa mexicana no se fijan en las condiciones en las que realizamos el oficio? ¿No les parece evidente que la calidad informativa tiene una relación intima con la situación laboral de los periodistas, o por qué el silencio? ¿Para no incomodar? ¿A quiénes?
Debemos estar conscientes de que, si el mensajero está mal, el mensaje llegará distorsionado. Si los reporteros reciben 50 pesos por nota publicada o son obligados a firmar contratos en blanco o son subregistrados ante el IMSS, ¿qué clase de información van a transmitir? Si las reporteras tienen miedo de perder su trabajo por tocar intereses de sus empresas, o si tienen miedo de ser asesinadas, o si no tienen lo necesario para mantener a sus familias, ¿qué tan objetivas, libres y desinteresada serán las noticias que difundan? (Si no creemos hay que ver el informe sobre los freelance mexicanos que hizo la Fundación Rory Peck)
Tenemos que entender que sin condiciones justas de trabajo es imposible hablar de independencia editorial y de libertad de prensa. Y que si decimos que la prensa tiene un rol fundamental en la construcción de la democracia, es obvio que un periodismo real y de calidád sólo puede asegurarse a través de decentes condiciones de trabajo.

martes, septiembre 30, 2008

Ni un periodista menos...

Resulta que a los señores asesinos no les gustó que el periodista estuviera colgando unas mantas en las que exigía a los ciudadanos reaccionar ante tanto secuestro. De varios plomazos lo mataron. Dicen en Tabasco que ser activista de la paz fue el delito de Alejandro Zenón Fonseca Estrada por el que encontró la pena de muerte el pasado 23 de septiembre.
En el ejecutómetro de periodistas mexicanos, él es el ejecutado número 39 desde el 2000 a la fecha.
El problema de su muerte es que los periodistas no hemos hecho un escándalo por su muerte, ni hemos cuestionado al Estado porque ha sido omiso en su labor de defender la vida de los periodistas (como lo marcan los convenios internacionales que ha firmado) ni porque sólo han sido resueltos tres de estos crímenes y el resto se mantienen impunes.
Lo que más indigna con la muerte de Alejandro Zenón, además de la intolerancia de los señores sicarios, es que su muerte ya no indigna. Es constatar que ya nos acostumbramos a los asesinatos de colegas. Es saber que, más allá de las notas informativas sobre el crimen y los reportes internacionales, somos un gremio mezquino, incapaz de ponerse de acuerdo en tener un teléfono rojo y un mecanismo para reaccionar al unísono y salir a las calles a exigir garantías para nuestro trabajo y para revisar de cerca las investigaciones policiacas. Pero, de todo esto, quizás lo que más me indigna es que nosotros matamos dos veces a nuestros compañeros asesinados. Le matamos el honor, la imagen, la trayectoria, la posibilidad de acceder a la justicia al sacar la conclusión --fácil y tonta-- de que matan sólo a quienes han tenido tratos con los mafiosos. Y eso no se vale.

domingo, septiembre 28, 2008

La importancia de pertenecer a una red

Recibí la llamada de una amiga reportera que se encontraba desolada. La mayoría de los temas que propone sobre derechos humanos (la fuente que cubre) se los bloquean en su redacción. Reportaje que entrega, reportaje que no ve la luz.
Ella es una buena profesionista: reportea antes que nadie los excesos que ha cometido el ejército en su lucha contra el narcotráfico; está enterada al momento de las salvajadas policiacas que comenten contra los migrantes y está al día de las grillas entre las comisiones de derechos humanos, el gobierno y los organismos internacionales. Pero sus jefes siempre le dicen que sus textos no están fundamentados.
El día que me llamó ella se cuestionaba si realmente servía para ser periodista. Si no habría errado su vocación. No era la primera vez que la veía así, abatida, con dudas vocacionales.
Le pedí que me enseñara sus textos para leerlos (siempre que me ha ocurrido lo mismo que a ella pido segundas y terceras opiniones para detectar mis errores y hacer un mejor trabajo).
Al checarlos vi que sus notas eran impecables. Como se las habían rechazado tantas veces, ya se había convertido una experta en documentar --con fotos, documentos, videos, expedientes, entrevistas-- los hechos. Las notas estaban equilibradas, tenían la versión de la parte acusada. Cumplían los requisitos de una información de calidad.
Analizamos el contexto en el que reporteó esas informaciones, la relación que mantiene con sus editores y jefes inmediatos, los negocios que tiene la empresa en la que trabaja, las empresas que sostienen la publicidad, el tipo de notas que en su redacción rechazan y las notas que sí le publican. Fue fácil llegar a la conclusión de que en su empresa protegen a las corporaciones gubernamentales de las que ella debe informar. Pero nadie le había dicho que había una orden para no "tocarlas".
Ejemplos como este se repiten en todos lados. Son el pan de cada día en las redacciones de México y de todo el mundo. Todas les empresas periodísticas defienden intereses pero hay algunas que están tan endeudadas de favores que hacen imposible el derecho a la información. Y los y las reporteros que desconocen estas redes de intereses, terminan creyendo que son culpables de que su información no aparezca y muchos, frustrados, cuelgan la profesión o caen en la desesperanza. Con el paso del tiempo, ellos mismos se censuran.
En casos como estos es recomendable crear una red con otros colegas --de adentro de la propia redacción o externos-- que tengan habilidades para analizar la coyuntura, que no tengan pena para decirte si la nota fue mala o desequilibrada, que sepan del oficio y sus entuertos, que no conviertan las sesiones en lamentos contra los "malos editores", que mantengan como confidencial lo que platican entre ustedes, que estén interesados en la construcción de un buen periodismo y tengan la conviccción de que sí puede hacerse.
Si actuamos como islas terminaremos derrotados por el cansancio y la frustración. Si entre varias islas formamos redes, buscamos nuestros "pared ideológicos" podremos intentar, al menos, cambiar las cosas sin que la realidad nos avasalle.