domingo, septiembre 28, 2008

La importancia de pertenecer a una red

Recibí la llamada de una amiga reportera que se encontraba desolada. La mayoría de los temas que propone sobre derechos humanos (la fuente que cubre) se los bloquean en su redacción. Reportaje que entrega, reportaje que no ve la luz.
Ella es una buena profesionista: reportea antes que nadie los excesos que ha cometido el ejército en su lucha contra el narcotráfico; está enterada al momento de las salvajadas policiacas que comenten contra los migrantes y está al día de las grillas entre las comisiones de derechos humanos, el gobierno y los organismos internacionales. Pero sus jefes siempre le dicen que sus textos no están fundamentados.
El día que me llamó ella se cuestionaba si realmente servía para ser periodista. Si no habría errado su vocación. No era la primera vez que la veía así, abatida, con dudas vocacionales.
Le pedí que me enseñara sus textos para leerlos (siempre que me ha ocurrido lo mismo que a ella pido segundas y terceras opiniones para detectar mis errores y hacer un mejor trabajo).
Al checarlos vi que sus notas eran impecables. Como se las habían rechazado tantas veces, ya se había convertido una experta en documentar --con fotos, documentos, videos, expedientes, entrevistas-- los hechos. Las notas estaban equilibradas, tenían la versión de la parte acusada. Cumplían los requisitos de una información de calidad.
Analizamos el contexto en el que reporteó esas informaciones, la relación que mantiene con sus editores y jefes inmediatos, los negocios que tiene la empresa en la que trabaja, las empresas que sostienen la publicidad, el tipo de notas que en su redacción rechazan y las notas que sí le publican. Fue fácil llegar a la conclusión de que en su empresa protegen a las corporaciones gubernamentales de las que ella debe informar. Pero nadie le había dicho que había una orden para no "tocarlas".
Ejemplos como este se repiten en todos lados. Son el pan de cada día en las redacciones de México y de todo el mundo. Todas les empresas periodísticas defienden intereses pero hay algunas que están tan endeudadas de favores que hacen imposible el derecho a la información. Y los y las reporteros que desconocen estas redes de intereses, terminan creyendo que son culpables de que su información no aparezca y muchos, frustrados, cuelgan la profesión o caen en la desesperanza. Con el paso del tiempo, ellos mismos se censuran.
En casos como estos es recomendable crear una red con otros colegas --de adentro de la propia redacción o externos-- que tengan habilidades para analizar la coyuntura, que no tengan pena para decirte si la nota fue mala o desequilibrada, que sepan del oficio y sus entuertos, que no conviertan las sesiones en lamentos contra los "malos editores", que mantengan como confidencial lo que platican entre ustedes, que estén interesados en la construcción de un buen periodismo y tengan la conviccción de que sí puede hacerse.
Si actuamos como islas terminaremos derrotados por el cansancio y la frustración. Si entre varias islas formamos redes, buscamos nuestros "pared ideológicos" podremos intentar, al menos, cambiar las cosas sin que la realidad nos avasalle.