miércoles, agosto 31, 2005

2. Periodismo como luz al final del túnel de la desesperanza

Seguimos explorando la propuesta del periodismo que busca-soluciones que dio vida a este grupo de discusión entre periodistas activo en este blog y en http://mx.groups.yahoo.com/group/periodismo_de_esperanza/. Esta quincena tenemos otro artículo del periodista colombiano Javier Darío Restrepo, promotor de la iniciativa, quien nos dice que el periodismo se debe adelantar al futuro. En esta ocasión pone un ejemplo concreto de cómo sería cubrir un conflicto en el que hubo desplazados, bajo este nuevo paradigma.

La luz al fondo
Por Javier Darío Restrepo

En 1960, John Tebbel, escritor e investigador de asuntos de periodismo, escribió en su "Breve Historia del Periodismo en Estados Unidos", una definición de noticia que hizo saltar en pedazos las que hasta entonces se habían aceptado en las redacciones de los diarios. Dijo Tebbel: "noticia no es lo que pasó, ni lo que está pasando, es lo que va a suceder".
Si esa definición se le aplicara a un trabajo periodístico sobre los desplazados, por ejemplo, se impondría una tarea de reportería para averiguar qué les va a pasar a los desplazados; tarea que ya cumplen muchos periodistas de alguna de estas maneras:
Cómo contar desgracias
a.-Siguiendo pasivamente la cadena causa-efecto. El hecho se examina a partir de sus antecedentes y contexto para descubrir cuáles serán sus consecuencias; lo que en el ejemplo propuesto equivale a contar el drama que acompaña a todas las guerras, que es el desplazamiento forzado de los más débiles, con su efecto de siempre: el cambio de propietarios de la tierra. Los señores de la guerra o sus amigos se convierten en terratenientes y los desplazados quedan sin tierra. Este hecho explica históricamente el drama de los desplazados y, al mismo tiempo, permite anunciar lo que seguirá para ellos y la suerte que correrán las propiedades que tuvieron que abandonar.
b.- La otra manera de afrontar el futuro de una noticia va más allá de ese anuncio teórico y distante. En vez de eso el periodista puede inducir el futuro. A finales del siglo pasado el periodista brasileño Geraldinho Vieira propuso una información de propuestas y de soluciones que le agrega a la noticia, como parte esencial de su relato, los resultados de una investigación sobre las posibilidades de solución y salidas que tiene la historia que se ha contado. Según esto, la historia de los desplazados se debería contar en dos partes: en la primera se concentrarían todos los datos del problema, las voces de los desplazados, la recreación de los escenarios que enmarcan su sufrimiento. Pero en una segunda parte el periodista tendría que recoger las voces de los sectores de la sociedad que deben responder por los desplazados; habría que apremiar a expertos, investigadores y autoridades para que digan qué soluciones hay o son posibles, con el fin de redondear la noticia con esta parte, a menudo oculta de la realidad: las salidas que tiene el hecho.

El futuro, bajo sospecha

Esta segunda parte de la noticia se les ha dejado a los especialistas en periodismo de profundidad, o se mantiene bajo la sospecha de estar contaminada de opinión; en uno y en otro caso se desconoce que la consecuencia de un hecho, esto es, su dimensión de futuro, es parte del hecho y que presentar una noticia sin esa dimensión es hacer un trabajo informativo incompleto.
Hay, pues, una distancia grande entre la noción de noticia de comienzos del siglo XX (lo insólito, lo sensacional, o lo escandaloso) y la que está emergiendo entre las crisis de comienzos del siglo XXI. Más que una mecánica recolección de hechos raros para lectores que compraban su periódico para distraerse y satisfacer su curiosidad, el periodismo de hoy hace un examen integral de los hechos para corresponder a los intereses de sus lectores y de la sociedad; la verdad del periodista de hoy es el registro exacto de los hechos diarios, pero no es sólo eso: abarca el pasado del hecho, su contexto presente y sus consecuencias, porque una visión desde la sociedad y desde la vida de las personas enseña que no hay hechos sin efectos. El buen periodista siente el deber de descubrir esos efectos, de preverlos y de informar sobre ellos para que sus lectores actúen y ejerzan control sobre las consecuencias previstas.
La crónica sobre los desplazados debería generar, por ejemplo, una movilización para proteger la propiedad de sus tierras, que no se dio en el pasado porque ese despojo se aceptó con resignación y como un destino ineluctable; podría y debería darse hoy como efecto de una acción periodística capaz de movilizar a los agentes de las soluciones.
Hay, pues, dos técnicas periodísticas para relatar las crisis de la sociedad de hoy. La que cuenta los dramas con la misma impavidez con que un historiador distante relata hechos sobre los que no tiene ni pretende tener control alguno. Son hechos que el relator despoja de toda dinámica porque les suprime su dimensión de futuro.
La otra técnica es la que descubre que, junto con la dimensión de futuro está la veta de las posibilidades y de las soluciones. El relator que la utiliza se despoja de la frialdad y de la lejanía de los que contemplan la historia desde la barrera, entra al escenario y asume que, al informar, se puede cambiar la historia y que en el largo túnel de las desgracias, personales o colectivas, siempre hay una luz al fondo.
Es el gran avance en la concepción de la noticia y en el periodismo de hoy: no se limita a divertir con pequeñas historias ociosas; asume las grandes historias de la sociedad, se asoma al futuro de esas historias, induce una búsqueda de soluciones y se convierte en el más eficaz estímulo para la esperanza, en un momento en que la supervivencia de los individuos y de los pueblos depende de su victoria contra la desesperación.
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(Artículo tomado de la versión en Internet del periódico El Colombiano, fechada el 19 de octubre del 2002, donde Restrepo colaboró en su calidad de Defensor del Lector)